El municipio de A Pobra do Brollón cuenta con manifestaciones de asentamientos desde el tercer milenio A.C. Se pueden encontrar túmulos megalíticos en Vilachá, Salcedo, Parada dos Montes, Ferreiros, Castrosante, Castroncelos, Canedo y Óutara.
Con los romanos comenzó la explotación minera en A Pobra do Brollón. Las especiales condiciones climáticas y del suelo, junto con las riquezas mineras del municipio, en especial de oro, llena de castros el territorio, con 15 catalogados en la actualidad. De estos castros galaico-romanos (de nueva construcción) unos pocos se dedicaban a la agricultura, y los más a alojamiento del personal que trabajaba en las minas de oro. En unos castros, en los más próximos a las minas, vivían los mineros; en otros, los encargados de reparar las presas y calderas que traían el agua a las explotaciones; en otros, los soldados, administradores, fundidores....y los artesanos que reparaban y construían las herramientas necesarias. Pruebas de la importancia de la riqueza minera del oro se encuentran esparcidas por toda la superficie del municipio. Son ejemplos de esta riqueza y de la importancia de las explotaciones, la mina explotada por el sistema de peites de Os Medos y la de ruina montium de A Lama.
La presencia de los godos (suevos) está referenciada por la existencia de unos pocos topónimos, como son los de Esmoriz, Tudriz, Domiz, Recemunde, Guariz; todos ellos cerca de castros galaico-romanos.
A partir del siglo IX, en los documentos de donaciones y de foros de los conventos de Samos, San Vicente del Pino, Ferreira de Pantón, Meira, Oseira, Montederramo, Celanova...comienzan a ser citadas las iglesias y lugares de Tierras de Brollón.
Lugares como Salcedo, Cereixa, Barxa del Lor, Brollón, Ferreiros, Ferreirúa, Lamaigrexa, Domiz, Saa, Castrosante, Liñares, Martull, Canedo... ya aparecen en esos documentos, lo que hace suponer que estaban poblados desde mucho antes, posiblemente desde las repoblaciones del obispo Odoário y su familia (siglo VIII). Hubo dos conventos de muy corta vida: uno en Vilachá y el otro en Ferreiros. Las gentes se dedicaban al cultivo del centeno, el viñedo y la horticultura. Criaban ovejas, cabras, gallinas y conejos.
A partir de finales del siglo XIII, junto a los lugares anteriores, comienza a aparecer en los documentos uno nuevo, Puebla do Brollón o Puebla de San Pedro. Parece ser que fue el Rey de Castilla Sancho IV, quien otorgó el documento fundacional (sobre un viejo castro minero) del lugar, la carta-puebla; y que su heredero, Fernando IV ratificó. En este documento se contenían los repartos de tierras, deberes y derechos que se les concedía a los pobladores de A Pobra do Brollón y de sus doce aldeas y un derecho muy importante, como era el de depender directamente del propio rey. La repoblación propiciada por la citada carta-puebla fue un éxito demográfico y económico, como se demuestra por las rentas anuales que tenían que pagar. A partir de entonces A Pobra do Brollón aparece en documentaciones y mapas. A este desarrollo económico no debió ser ajena su situación estratégica en el obligado paso de gentes y mercancías, que querían entrar o salir de Galicia por el camino natural del valle del río Sil. La presencia de las órdenes Hospitalarias y de Santiago en las Tierras de Brollón así lo confirman.
El 30 de julio de 1477, el rey Fernando el Católico, en un documento datado en Medina del Campo, le cede a don Pedro Álvarez de Osorio (primer Conde de Lemos), todos los derechos y rentas (ascendían a más de 20.000 maravedíes) que la corona tenía en A Pobra do Brollón. Terminan así las luchas que la nobleza venía teniendo por la posesión de las Tierras del Brollón, y que habían comenzado el 23 de agosto de 1424, cuando don Fadrique, señor de Monforte, anexionó A Pobra a Monforte, junto con sus doce aldeas.
Ser un pueblo de hombres dependientes del rey o de sus administradores, un pueblo de hombres libres de la jurisdicción de nobles y de la iglesia, un pueblo de hombres libres defensores de sus derechos, motivó la participación de María Castaña, del Coto de Cereixa, en las sublevaciones del pueblo de Lugo contra los abusos del obispo de la ciudad (s. XIV). Pasados unos años, todo el pueblo de A Pobra do Brollón protestó contra los atropellos y los pagos de las rentas reales al Conde de Lemos, en la conocida cómo "revolta de los Guímaros", hecho que la tradición popular conservó hasta hoy.
A partir del siglo XV, a pesar de las reformas de la administración propiciadas por los Reyes Católicos y sus descendentes como soberanos de todo el Estado, las Tierras de Brollón continuaron vinculadas a la Casa de Lemos, hasta las reformas administrativas del siglo XIX. Su economía se centraba en la agricultura (centeno y vino), ganadería y la explotación de las minas de hierro, principalmente en la Cova das Choias y en A Veneira de Roques (que llegó a tener 37 mineros) que suministraban mineral a todas las herrerías de la zona, incluidas las tres del municipio: Ferrería de Biduedo, Ferrería de Barxa de Lor y Ferrería de Loureiro.
La llegada del maíz y la patata la finales del siglo XVIII, contribuyó a un importantísimo crecimiento demográfico, lo que obligó a poner en explotación tierras vacías hasta entonces y la construcción de nuevos pueblos. A finales del siglo XIX las viñas sufrieron la peste de la filoxera que obligó a abandoar su cultivo incluso bien entrado el siglo XX.